Pese al contexto macroeconómico signado por inestabilidades e incertidumbres, en Textiles Pigüé hay motivos para celebrar este nuevo Día de la Industria Nacional. La empresa recuperada por sus trabajadores y trabajadoras se apresta a completar, con la inminente llegada de una nueva caldera, una serie de inversiones en maquinaria e infraestructura que garantiza “tener una fábrica para los próximos 20 años”, resume Marcos Santichia, presidente de la Cooperativa de Trabajo que se hizo cargo hace casi dos décadas de la planta que perteneciera a la empresa Gatic, uno de los emblemas de esta industria que se evoca todos los 2 de septiembre.
Las inversiones para renovar el potencial productivo con el que en aquel 2004
la cooperativa conformada por obreros y obreras despedidos por Gatic iniciaba sus actividades, se dieron mayoritariamente en los últimos tres años, tras la salida de la pandemia, en un período de reactivación del conjunto de la industria textil argentina luego de la debacle registrada desde fines de la primera década del nuevo siglo, al compás de la crisis del tequila; y ahondada desde 2015 por las políticas neoliberales del gobierno de Mauricio Macri. “Adoptamos una estrategia que tiene que ver con invertir en equipamiento e infraestructura para estar más fortalecidos internamente como organización y como empresa, lo que nos pone en una situación distinta a la de 2016, cuando teníamos menos máquinas y un mercado más chico”, reseña Marcos, ingeniero egresado de la Universidad Nacional del Sur, que aceptó la invitación a sumarse a la cooperativa que le hicieron sus fundadores a muy poco de comenzar con la recuperación de la empresa.
“Incorporar equipamiento y conocimiento abre mercados y genera acceso a una demanda más amplia. Hoy procesamos tela con elastano, hasta antes de la pandemia no lo podíamos hacer”, añade a modo de ejemplo, para señalar luego que “la mayoría de los excedentes que se fueron obteniendo en estos años fueron volcados a esa estrategia de fortalecimiento para llegar a más mercado. Y muchas inversiones tuvieron que ver con garantizar los servicios necesarios para nuestros principales procesos industriales que son los de tintorería y terminación. El eje de esos servicios es el de producción de vapor, que vamos a multiplicar con la nueva caldera”, describe el presidente de la CTTP.
“Todo esto lo hicimos principalmente con recursos propios y a través de un vínculo de confianza con clientes y proveedores que siempre priorizamos”, remarca después. También hubo respaldos del Estado, claro, pero lo de la nueva caldera vale como ejemplo de la real dimensión de esos apoyos: el aporte no reintegrable para adquirirla, que llegó a través del programa Redeco, fue de 38 millones de pesos, que era el precio cuando la asistencia se anunció desde el gobierno nacional. Pero cuando esos fondos llegaron, el costo de la generadora de vapor ascendía a 140 millones de pesos.
De todos modos, Santicchia sostiene que lo que en Pigüé más se añora del Estado es el sostenimiento en el tiempo de políticas macroeconómicas que promuevan el desarrollo de la industria, "que es la que genera mayor inclusión a través del trabajo", subraya. “Si a estas inversiones que hicimos le pudiéramos sumar un ciclo de por lo menos 10 años de estabilidad de estas políticas, nuestras posibilidades de crecimiento serían mucho mayores”, indica.
Por lo pronto, el crecimiento que se dio en paralelo a la reactivación y las inversiones pos pandemia no es poco. Al respecto, Marcos resalta que la nómina de asociados y asociadas de la cooperativa pasó de 100 a 180, que los retiros que perciben se vienen actualizando mes a mes de acuerdo con los índices oficiales de inflación y que -además y sobre todo- tal desarrollo se logró con un plus imposible de medir con números, que es el de “la alegría de hacer en colectivo”.
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